Glenmorangie 10 y algunas quejas del mercado...

La Anécdota

Conocí el Glenmorangie 10 por medio de mi amigo Chucko, que me lo regaló por primera vez hace unos 20 años y me gustó inicialmente. Posteriormente me hice de una botella de litro en algún Duty Free y decidí que el Glenmorangie 10 no era lo mío.

Años después tuve la oportunidad de conocer las expresiones de LaSanta y La Quinta Ruban gracias a mis amigos Alexandra y Rodrigo y me reconcilié con la marca. Una chulada ambos y han sido reseñados en este blog aquí y aquí.

Por lo anterior, además de saber que es la base para otras expresiones de la marca y habiéndolo encontrado con descuento en la licorería de mi colonia, decidí darle una nueva oportunidad al Glenmorangie 10. 


Claro que tuve que pedir que me trajeran la botella desde la bodega de la tienda “porque se les había acabado”, práctica común en México cuando se publican descuentos y ves que ciertas marcas desaparecen de los anaqueles como por arte de magia.

Pero como soy cuate del sommelier de la tienda, logré convencerlo que me vendiera “la última botella” que tenían y, pues bueno, aquí estamos.

El Whisky

Una cosa que sobresale de la marca es el nuevo diseño de las etiquetas y empaques, realmente le han echado muchas ganas para posicionarse como marca de lujo, tirándole un poco a asemejarse a Macallan, según yo.

Esta expresión tiene una caja y etiquetas naranjas muy bonitas que hacen que sobresalga en el anaquel de las tiendas, pero como siempre, lo que vale la pena es lo que viene dentro de la botella. Eso lo veremos más adelante.

Este Glenmorangie viene embotellado a 43% ABV, está filtrado en frío y tiene algo de colorante añadido. Ha sido añejado en barricas exbourbon de primer y segundo llenado y es la base para otras expresiones de la marca.

La cata

En esta ocasión me fui por la copita de Riedel y dejé reposar el whisky en copa por un lapso de 15 minutos.

Vista: Se ve con buena viscosidad, las piernas bajan con cierta lentitud. Es muy transparente y eso me llamó la atención, tal vez sea resultado del filtrado en frío. El color es dorado, semejante al de un vino blanco, pero como ya comentaba, tiene algo de color añadido.

Nariz: Muchísima fruta fresca con notas de durazno y manzana verde. Algo de cereal. Tiene una nota a vainilla, semejante a un panqué de ese sabor. Después aparece una leve notilla cítrica.

Boca: Dulce, con la típica nota a miel de este tipo de whiskies. La vainilla está ahí, pero es más sutil y hay algo de crítricos. Hay una muy ligera nota especiada.

Final: Medio y algo alcoholizado para mi gusto, mezcla de dulzor y amargor con la nota de miel y vainilla.

Ahora con un poco de agua.

Nariz: ¡Panqué de vainilla! Después aparecen esas notas frutales de durazno, pero desaparece la manzana verde y aparece una de melón. También hay algo semejante a cáscara de limón.

Boca: Se aligera mucho. Miel y vainilla predominan, después aparece la fruta.

Final: Un poco más corto, pero también más rico, ya que el alcohol se reduce. Aunque al final-final percibo un poco de amargor.

Conclusiones

En nariz ambos me gustaron, pero prefiero la que se obtiene al agregar un poco de agua.

En boca está bien, un whisky decente, pero que, en mi opinión, en su rango de precio y enfrentándolo con su competencia directa, que considero son el Glenfiddich 12 y el Glenlivet 12, deja qué desear. Para mí el Glenfiddich el mejor de los tres.

Es uno de esos whiskies que va a estar bien, sin importar cómo lo tomes, pero al ser un single malt considero que no hay que agregarle hielo, ni soda, ni nada más. Solo o con un poco de agua es la mejor manera.

Habiendo dicho lo anterior, considero que está muy bien como whisky de entrada, pero realmente me quedo con las expresiones LaSanta y Quinta Ruban de esta misma marca.


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