El Whiskero

Hace ya tres meses inicié una dieta para rebajar una ya preocupante barriga... de esas que un querido amigo, el Gran Gus, decía que "no se hace con un salario mínimo". En fin, fue a ver a Arlene, buena amiga con la que trabajé hace muchos, muchos años en "la Nestlé" y conocía a la perfección mis pésimos hábitos alimenticios. Sorprendentemente, no me prohibió nada, sólo que todos mis alimentos los dividiera en porciones y que hiciera algo de ejercicio. Todo normal. Lo terrible fue cuando me dijo: "los primeros quince días, cero alcohol" WTF?!? Entonces?  En mi interior sabía que eso iba a pasar, pero dejarlo en cero? Bueno, me puedo aguantar perfectamente quince días sin un whisky... y así fue. Después de esas dos primeras semanas, me dijo que podría tomar, pero nuevamente tomando en cuenta las famosas porciones, o lo que se traduce en un solo trago al día, esto es, sustituir una porción de carbohidratos y dos de azúcar por una copa. Realmente el dese

Pues me pasó lo que a muchos... casi todos. Empecé el blog y derrepente, se quedó con dos míseras entradas ¡desde el 2011! En fin, mal de muchos, consuelo de... bueno, pues ahí le dejo. Durante estos casi dos años de no escribir nada, me pongo a pensar en qué pasó... bueno, probé una cantidad interesante de nuevos whiskies que no conocía, o que sabía de su existencia pero no había probado. Mi esposa empezó a beber vino, lo cual nos trajo unos muy agradables "wine fridays" y  decidí bajar de peso. En esto último llevo casi dos meses y más de 4 kg perdidos, claro que a costa de dejar casi completamente el producto que da la razón de existir a este blog. En fin. Una clase de whisky que extraño especialmente, porque me remonta a mi niñez es el bourbon, o el whiskey que pedían los vaqueros en las cantinas. Tengo un afecto especial por el Jim Beam, especialmente el etiqueta negra, que está añejado por 8 años y realmente es una cosa maravillosa, especialmente tomado en las rocas