El Whiskero

 El Glenmorangie Lasanta es uno de esos whiskies que probé hace años y no había regresado a él. Recuerdo que mis amigos Alexandra y Rodrigo lo tenían en su casa y fue ahí donde lo probé por primera vez. Recuerdo que me gustó mucho, pero en su momento me llegó a saturar un poco, no así con el La Quinta Ruban, reseñado ya con anterioridad en este blog, que me gustó más. Debo decir que esta expresión ha ido cambiando con el tiempo, desde una edición NAS, a una de 12 años, pero embotellada a 46% ABV y sin filtrado en frío. La encarnación actual está embotellada al 43% ABV, con color añadido y “ligeramente” filtrado en frío. Por ahí leí que está certificado como vegano, lo que quiera que signifique eso para un whisky. Siempre ha sido terminada en barricas ex-jerez Oloroso y Pedro Ximénez. La que te voy a reseñar el día de hoy es la actual que no es más que el Glenmorangie 10 años tradicional, añejado en barricas ex-bourbon y terminado por dos años adicionales en las barricas antes menciona

 La anécdota Ya me habían ofrecido varias veces que en supermercados, tiendas departamentales y licorerías este whisky, pero realmente no me había llamado mucho la atención. Mi impresión es que era un whisky más del montón, pero el otro día que fui a comer con mi esposa a un restaurante de la zona de San Ángel, en la Ciudad de México, al preguntar qué whisky me sugerían para acompañar mi espresso, me sugirieron el Singleton, sin más. Le tomé la palabra al mesero y debo decir que en el momento acompañó muy bien mi café y se me figuró que era algo así como un Macallan wannabe… ¡Ja, ja! La verdad lo disfruté mucho ese día. El ambiente de lugar, la compañía de mi mujer, la conversación, el café y el whisky… todo maridó a la perfección. Por lo anterior fue que me decidí a comprar una botellita del Singleton 12 durante el Hot Sale pasado. El Singleton 12 Es una marca de Diageo que ha sido promovida bastante en México en el último par de años al menos, tal vez no en publicidad impresa ni en T

 LA ANÉCDOTA El fin de semana pasado, mi amigo Santiago nos invitó a su casa de Tequisquiapan, en el estado mexicano de Querétaro. El pretexto era ir a la Feria Nacional del Queso y Vino que se celebra en esa localidad cada año y pues, ni tardos ni perezosos, todos en casa aceptamos la invitación. El caso es que llegamos a la mencionada feria el sábado por la tarde-noche e ingresamos al recinto, un parque bastante grande del pueblo, pero con accesos lo suficientemente controlados como para que no se colara nadie. Adquirimos nuestra copas conmemorativas, ya que en los diferentes stands no tenían con que ofrecer la degustación del vino, y nos aprestamos a iniciar nuestras propias degustaciones y tal vez adquirir un par de botellas para disfrutar regresando a la casa. La gran sorpresa vino cuando nos dijeron que a las 9:00 PM se suspendía todo… ¡degustación y venta! Y pues, no llevábamos ni una quinta parte de lo que había que ver y probar. En el camino de regreso, Don Mauricio externó su