Visitando destilerías 2: Glenallachie

 La destilería Glenallachie está ubicada en un paraje con una vista espectacular de la campiña escocesa, para llegar a ella necesitas tomar un desvío de una carretera secundaria y seguir una carreterita de un solo carril, que es de doble sentido, así, como muchos caminos rurales en México.

En el camino puedes apreciar unos paisajes muy bonitos. 

Llegando a la destilería te encuentras con unos jardines y un estacionamiento bastante amplios, pero el Visitor Centre es pequeño, cuenta con el salón donde se hacen las degustaciones y otro que funciona como tienda.


Para no perder la costumbre, se necesita hacer reservación con días de anticipación, ya que los grupos no exceden las 8 personas. Son inflexibles en esto y lo pudimos comprobar el día de la visita, ya que llegaron unos espontáneos a quienes tuvieron que enviar de regreso porque no tenían reservación.

La destilería

Aunque fue fundada en 1967, Glenallachie adquirió fama cuando fue comprada por Billy Walker en 2017. Si te preguntas quién es este señor, es quien le dio forma y fama a marcas como Benriach, Glendronach y Glenglassaugh, las cuales vendió a Brown-Forman y con lo que ganó compró Glenallachie.

La destilería tiene una capacidad de 4 millones de litros y tiene un tonel de mezcla (mash tun) de 9.4 toneladas, seis tanques de lavado de acero y dos pares de alambiques unusalmente anchos. El tiempo de fermentación llega a durar 60 horas. Te comento esto a manera de darte los generales, aunque a continuación te platico más de la visita.

La visita

Todo inicia en el salón de degustación, donde todo está preparado al momento que llegan los visitantes. En cada lugar encuentras 5 vasos Glencairn en miniatura ya servidos y tapados y para quienes van a manejar, una bolsita muy coqueta con muestras de cada uno de los whiskies que se degustan.

Desafortunadamente no recuerdo el nombre de nuestra guía, pero realmente era una admiradora de Billy Walker, desde que comenzó a platicarnos la historia de cómo Billy se hizo de la destilería, pasando por el cuidado que tiene en seleccionar la cebada, hasta el tipo de barricas que se utilizan para el añejamiento.

Los whiskies a degustar fueron el 8, el 12, el 15 y el Lum Reek que es un ahumado de 12 años, también referidos por nuestra guía como desayuno, comida, cena y postre y vaya que tenía razón, el sabor y complejidad de cada whisky va en aumento. 

Lo malo es que la degustación se tuvo que dividir en dos partes, ya que sólo pudimos probar el 8 años en la plática de introducción y los demás quedaron para el final de la visita.

La visita es exhaustiva, se te explica desde el momento en que se recibe la cebada, cómo se muele y te presenta con términos como Husk, Grits y Flour, que son los diferentes grados de molienda del grano.

Pasas al tanque de mezclado y luego al washback que es donde se hace la fermentación. Ahí tuve la oportunidad de conocer a qué huele la cebada al ser fermentada. La guía me advirtió que me acercara con cuidado a la escotilla que acababa de abrir, por el olor y el calor que podría sentir.



No le hice mucho caso y ¡definitivamente el hornazo que recibí fue muy intenso! El olor en esta etapa es muy semejante al de una cerveza caliente y el calor que sentí simplemente era producto del que se produce durante el proceso de fermentación.

¡Tremendo hornazo que recibí!

A veces uno tiene que “sentir” las cosas para aprender.

De ahí pasamos al cuarto de destilación, con sus cuatro alambiques de cobre (dos para la primera destilación y dos para la segunda) y sus dos safety boxes.

Los 4 alambiques con los safety boxes al fondo

Recibimos la explicación de cómo es que el maestro destilador realiza los diferentes cortes en la destilación, los cuales se dividen en tres:

Heads, que es el primer destilado que sale y se redestila

Heart o Spirit, que es el destilado que se va a convertir en whisky.

Feints o Tails, que al igual que las Heads, se vuelve a destilar.

Uno de los safety boxes.

De ahí se pasa ya al llenado de las barricas, pero no nos mostraron sus bodegas, aparentemente Don Billy Walker es muy celoso de esta parte del proceso y no deja que nadie las visite. Hay que señalar que esta es la única destilería que visitamos donde no nos dejaron conocer sus bodegas.

Regresamos a la sala de degustación, donde pudimos terminar de probar los whiskies y claramente, para un servidor, el mejor del core range de la marca es el 15 años, del cual me compré una botellita… y otra del single cask de la destilería, por no dejar… ¡ja, ja!

Después de la visita uno tenía que regresar con algo ¿No?

Al igual que en Glenfiddich, cuando compras el single cask, registras qué botella, de qué barrica y en qué día la embotellaste. Nada más por esa payasada vale la pena hacer el gasto… y porque al menos el que compré, era una chulada.


La conclusión

Si eres fan de los whiskies de Billy Walker, visitar Glenallachie es un must. Tiene una gama de whiskies extraordinaria y el tour de la destilería es muy educativo…. muuuy educativo, sobre todo si no conoces el proceso de elaboración del whisky.

Aquí todo el trato es bastante personal, mientras que en otros lados como Glenfiddich o Macallan, es muy corporativo y acartonado.

Lo único malo de todo es que la visita no incluye las bodegas, que simplemente por oler un poco del Angel’s Share de los whiskies de Glenallachie debe valer mucho la pena.






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