¿Es whisky o tequila?

 El día de hoy no te voy a platicar de whisky. Te voy a platicar de tequila. La razón es que mi suegro falleció hace algunos días y era un buen bebedor de tequila del bueno por lo que este post se lo dedico a Don Felipe.

Se trata del Sauza Hornitos Black Barrel, que según la etiqueta en la botella está “doblemente añejado en barricas de roble al estilo escocés”.


Esta versión del Sauza Hornitos la conocí durante una visita a la destilería de Sauza en Tequila, Jalisco hace un par de años, la cual hicimos en familia y en la que nos acompañó mi suegro. Al final del recorrido, nos reunieron a todos los visitantes alrededor de una barrica de whisky y nos dieron a probar este tequila directo de la barrica ¡a cask strength! Según el guía, lo que estábamos tomando estaba a 50 grados de alcohol y a mí me encantó. Y eso que no bebo tequila.

Obviamente pregunté si vendían esta expresión tal y como la habíamos probado durante la visita y tristemente la respuesta fue negativa, que por la denominación de origen el tequila no se puede comercializar a un nivel tan alto de alcohol.

Lo que sí me gustó bastante fue saber que este tequila se vende con 40 grados de alcohol, al igual que la mayoría de los whiskies comerciales y no a 38 grados como la gran mayoría de los tequilas comerciales.

Y ya que te platiqué sobre la cantidad de alcohol que tiene este Sauza Hornitos, te comento cómo es que se añeja al “estilo escocés”. Esto se debe, según lo que he leído, a que después del año de añejamiento que tiene en barrica (de ahí el término Tequila Añejo), se añeja durante cuatro meses más en barricas de cedro americano tostadas en su interior. Esto le da el color tan característico a este tequila, así como un dulzor específico.

Es un tequila 100% agave.

Ahora vamos a ver qué tal:

A la vista tiene color dorado viejo, semejante al de muchos whiskies y bourbons. Todo parece indicar que es color natural. Me gusta, pero si se lo sirves a alguien que no sabe lo que le estás dando podría pensar que es whisky.

En nariz: Es fresco, se me figura como el olor a un piso de parquet recién barnizado, luego aparece el aroma a agave pero de manera más sutil que en un tequila cualquiera, y al final llega un aroma a madera tostada. Para esto último tienes que haber pasado varias veces la copa bajo tu nariz.

Al probarlo, tiene una textura semejante a la del whisky, ligeramente aceitoso, hay notas a madera tostada, es dulce, con notas de vainilla (como en muchos whiskies, sobre todo los americanos), dulce envinado y un ligero ahumado al final. Lo encuentro muy balanceado.

El final es medio y muy, muy dulce, es bourbonesco.

Yo creo que la idea de Sauza con esta expresión fue tratar de atraer bebedores de whisky hacia el tequila, aunque también puede ser que Beam Suntory haya incursionado también en la moda de los “experimentos” como ya lo ha hecho Diageo con Johnnie Walker y William Grant & Sons con Glenfiddich. En cualquiera de los dos casos, creo que es un producto que les salió bien.

Como conclusión te puedo decir, como alguien que no bebe tequila, que es un buen tequila que cumple con el cometido de entrar dentro del gusto de los bebedores de whisky, tiene la cantidad de alcohol adecuada y éste no se siente, es balanceado y me gusta, aunque no tanto como para que sea algo que llegue a tomar de manera frecuente.

Lo que sí es que éste es uno de los tequilas que le ofrecía a Don Felipe cuando venía a comer a la casa y que él disfrutaba.

Voy a extrañar esas largas conversaciones sobre temas diversos, sus historias de la niñez, su trayectoria profesional, consejos, quejas y hasta alguno que otro regaño, siempre acompañado por un tequila y una cerveza para él y un whisky para mí, todo aderezado por la peculiar y florida manera de expresarse que tenía mi suegro.

¡Slàinte Mhath and Godspeed, Don Felipe!


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