Rozelieures terminado en barricas de Oporto

 El post de hoy tiene un carácter meramente testimonial, ya que el whisky del que te voy a platicar no lo he visto en ningún lugar fuera de la tienda donde lo compré y tal vez no lo vuelva a encontrar en muchos años.

Se trata de un whisky francés. Sí, los franceses hacen whisky ¡y single malt! Y no debería sorprendernos que en Francia se atrevieran a hacer whisky si es el país con mayor consumo per cápita del mundo. Claro que esto lo aprendí después que descubriera el whisky francés en la última oportunidad que tuve de estar en París, antes de la pandemia, y que me lo recomendaran los vendedores de una tienda especializada en el tema en la Place de la Madeleine.

Aunque creo que me chamaquearon porque recuerdo haber pagado un buen billete por esta botella que es una “edición limitada” terminada en barricas de oporto. Digo “chamaquearon” porque tal vez me vendieron una de las expresiones más caras que tenían, porque recuerdo haber visto varias botellas diferentes de la marca. Pero por lo que leerás más adelante, no me arrepiento en lo absoluto.

El whisky del que te platico es un Rozelieures, cuya destilería se encuentra en el pueblo del mismo nombre en el este de Francia, en la región de Lorena. Esta destilería se precia de hacer todo el proceso: desde la cosecha de su cebada, el malteado, la fermentación, destilación y la crianza en sus propias cavas con “atmósferas contrastantes y complementarias”.


Otro dato interesante es que las barricas de la destilería están hechas con madera de los bosques de roble que se encuentran alrededor del pueblo.

Pero bueno, esta edición especial de Rozelieures está embotellada a 46 grados de alcohol y es un NAS (No Age Statement) y tiene un aroma es delicioso. Mientras escribo esto tengo la copa a 50 centímetros de mi y puedo percibir ese aroma tan característico de este whisky, que llama a ser probado de inmediato, por lo que, sin más, procederé a comentarte mis impresiones.



De vista, tiene un color ámbar que se asemeja al de un cognac, aunque a lo mejor me estoy dejando llevar con eso de que es francés… ¡ja, ja! Pero sí, el color es muy bonito y en ninguna parte de la botella ni del empaque declara que es color natural. Otra cosa que llama la atención es que, como con algunos vinos, presenta una ligera precipitación de sólidos. Es importante notar que se ve aceitoso, con cuerpo.

El aroma es ligeramente ahumado al principio, pero no a ese ahumado de turba típico de algunos whiskies escoceses, es más del tipo de leña de fogata. Le siguen unas notas frescas de frutas tropicales. Al final salen notas de madera recién lijada. Aún con sus 46 grados, no sientes el golpe de alcohol.  Es de esos whiskies que podrías pasarte horas oliendo y disfrutarlo nada más por eso. 

En boca se siente con mucho cuerpo, aceitoso, te cubre la boca de una manera deliciosa. Al principio se percibe un dulzor amielado que luego se convierte en ahumado y termina con notas especiadas. 

El final es largo y delicioso, te quedan notas dulces y algo envinadas.

La verdad, no me atreví a ponerle agua, así como lo he estado tomando es como considero se debe tomar y definitivamente es para después de comer o cenar.

En conclusión: es un whisky extraordinario, que se debe disfrutar lentamente y con medida, para pasarte una tarde completa con una sola copa, ya que después de un par te puede saturar un poco.

Desafortunadamente, no creo que este whisky llegue jamás a México y tendré que esperarme a otra oportunidad para cruzar el charco, visitar París e ir a la tienda de la Place de la Madeleine a ver si siguen vendiendo alguna expresión de Rozelieures. Por lo pronto, disfrutaré enormemente lo poco que me queda, que vale mucho, muchísimo la pena y fue un gran descubrimiento que me abrió los ojos a los whiskies que se hacen más allá de Escocia, Irlanda y EUA.

Sirva este post para dejar el testimonio.


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