Ardbeg 10
El otro día, buscando un whisky que reseñar y con la idea casi fija de comprar un Machrie Moor de Arran, me topé con el Ardbeg 10, que también quería reseñar (y volver a probar después de mucho tiempo), pero que me había resultado bastante elusivo.
Resulta que, al menos en la Ciudad de México, muchos lugares anuncian el Ardbeg, pero a la mera hora no lo tienen. El vendedor del City Market me comentó que la cuestión es que ya no lo va a importar Möet Henessy y que lo va a traer alguien más.
¿Quién es ese “alguien más”?
Quién sabe.
Al saber esto, la decisión estaba tomada: un whisky que no se encuentra tan fácilmente en México, con un importador que quién sabe quién es, contra un whisky que apenas se está abriendo mercado y del cual se ve hay amplio inventario, pues… como que no es “rocket science”… ¿verdad?
Pero bueno. Te doy los generales del Ardbeg 10:
Es un whisky de Islay, con 10 años de añejamiento en barricas exbourbon. Es un whisky “heavily peated”, o sea: con mucha turba, dicen por ahí que tiene 50 ppm. No está filtrado en frío y aparentemente sin colorante añadido. El que hoy te reseño fue embotellado el 26 de noviembre de 2021 (esto lo encuentras impreso en la botella) a 46% ABV.
Algunos lo califican como un whisky de entrada a los ahumados, pero por un precio de aproximadamente 1,900 MXN (95 USD aprox.), al menos en México, es todo menos eso.
Reseñemos, pues…
Esta botella la abrí hace 10 días y la dejé reposar y como suelo hacer, una vez servido lo dejé reposar poco más de 10 minutos en copa y utilicé una copita de jerez, en lugar del tradicional Glencairn. Normalmente hago esto cuando pruebo whiskies que prometen, además que la copita, al tener una boca un poco más ancha, te permite disfrutar el aroma de la bebida al mismo tiempo que te la tomas.
Color: Es dorado claro, parece vino blanco.
Nariz: Lo primero que te tengo que decir es que recién destapas la botella te llega un aroma achocolatado que luego da paso al ahumado. Ya en la copa, la cosa es algo diferente: Aromas a turba, especialmente a antiséptico y algo de ceniza, también aparecen aromas marinos que luego dan paso a otros aromas frescos a piña y a hierba fresca. Una ligera nota a cereal y a agua corriente de río. Al final aparece la manzana verde mezclada nuevamente con la ceniza.
Hay que dejarlo respirar. Definitivamente le ayuda mucho, si lo quieres disfrutar como Dios manda, tienes que tener paciencia.
Boca: Astringente, dulce de leche, miel, ligeramente especiado. Al final te llega el sabor característico a humo y un dejo ceniza de fogata. Te calienta la boca.
El final es largo con una mezcla a humo y dulce y sientes cómo las papilas gustativas quedan saturadas, por decirlo de alguna manera.
Solo es una verdadera delicia, pero no es para todos.
Reduciendo el nivel de alcohol con tres chorritos de agua fría:
El aroma se transforma y ahora es semejante a cera de vela y a madera, pero de esa que se trata con algún tipo de aceite. Aparece un aroma curioso a chicle de tutti frutti. Luego, una mezcla interesante de mueble de cuero, humedad y fruta cocinada.
En boca mantiene la nota a dulce de leche y se agrega algo de miel. Mantiene la nota a cera que se detecta en nariz, que se mezcla deliciosamente con los sabores ahumados.
El final sigue siendo largo, ahumado y con notas dulces.
Con agua se vuelve más accesible, pero no pierde complejidad, más bien, se la añade a lo anterior. Ese retrogusto a ceniza es espectacular.
Es un whisky riquísimo, complejo y no para principiantes. Tampoco es para todos.
Como conclusión te puedo decir que si este es el whisky de entrada de Ardbeg, no quiero ver cómo serán sus demás expresiones. Es un whisky complejo y delicioso que vale la pena probar si te gustan los ahumados de Islay.
No lo recomiendo para quienes se inician, ya que puede no gustarles.
Definitivamente es un candidato a whisky del año en El Whiskero… así de simple.
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