Tomando whisky en tierra de vinos

Tengo que empezar este post confesando que también soy aficionado al vino ¿Y a qué viene esta confesión en un blog dedicado al whisky? Bueno, que la semana pasada tuvimos la oportunidad de viajar al Valle de Guadalupe en Baja California y visitar algunas vinícolas, probando varios vinos de distintos tipos.

Lo interesante del viaje es que pude entrenar y refinar la percepción de algunos aromas que están muy marcados en el vino y que también se presentan en el whisky. Cuando uno lee que tiene aromas a mazapán o al pastel de frutas, queda claro que algunos vinos huelen a eso precisamente, pero al intentarlo con un whisky, éstos pueden ser más sutiles y por tanto, difíciles de identificar.

Después de probar varios, muchos, vinos de Monte Xanic, Casta de Vinos, El Cielo y Adobe Guadalupe, más alguno que otro vino local, quedó claro que en el tema de los aromas soy un perfecto novato, sin embargo, los conocimientos recién adquiridos fueron puestos a prueba de inmediato al visitar dos lugares: el Bar Bura, al norte de Ensenada y el restaurante Artio dentro de la propiedad de Monte Xanic, pero vamos por partes:

El Bar Bura tiene una locación inmejorable viendo al Océano Pacífico desde la parte más alta de un cerro. Sólo puedes acceder con reservación, previo pago de un consumo mínimo por persona. En su página web dice que “Ofrece tragos, coctelería clásica, vinos locales, mezcales de la casa y selección de singlemalt whiskey.” Al leer esto dije: “soy de aquí, hay que ir”.

Ya en el lugar y seducido por esa imponente vista del Pacífico, y ya habiendo pagado el mentado consumo mínimo, decidí pasar la tarde probando la selección de single malts, que a la mera hora se reduce a tres... sí, tres single malts y tres blends.



En cuanto al costo del trago, habrá quienes me digan que es apropiado para el lugar, pero a mí me parecieron caros, aunque claro, tengo fama de tacaño ¡Ja, ja!


El orden al bat, de acuerdo con mi experiencia fue: Glenrothes, Macallan y Glenmorangie, con los siguientes comentarios:

1) The Glenrothes Frame Selection: Es un whisky sin edad declarada y como otros drams de la casa que he probado, tiene un sabor muy suave, tal vez demasiado para mi gusto. La verdad, no le encontré mucho chiste.

2) Macallan 12: Como buen Macallan, un verdadero placer tomarlo y excelente para el momento, excelente vista y excelente compañía (mi esposa). Como son todos los whisky de esta marca, el jerez está presente y el retrogusto que deja es bastante agradable.

3) Glenmorangie Nectar D’Or: Una completa desilusión. Uno esperaría de un whisky de este tipo un sabor más suave, balanceado, en cambio, lo que me encontré fue un golpe de alcohol desagradable y también me supo mucho a alcohol. En verdad no lo recomiendo y seguiré prefiriendo siempre otras expresiones como LaSanta o el Quinta Ruban. Todavía me quedo con la duda si deveras me sirvieron un Glenmorangie o algo parecido, pero más corriente, lo que sí es un hecho es que era un single malt por su consistencia y olor, por esto, tendré que darle una segunda oportunidad en otra ocasión.

El veredicto da un claro ganador sobre la extensa selección de single malts del Bar Bura: El Macallan 12 años, que curiosamente es el trago más barato de entre los tres que me tomé y el cual nunca se supo si era la versión sherry oak, double cask o triple cask. Hago hincapié en esto porque no siempre lo más caro es lo mejor.

Lago junto al Artio en Monte Xanic


En el Artio, que es un restaurante localizado en los viñedos de Monte Xanic y un lago artificial dentro de la propiedad, también es un lugar hermoso y con una cocina excelsa. Ahí pedí un whisky que, según el mesero, es producido por los mismos dueños de la vinícola. Se trata de un whisky llamado Revés y destilado mayormente de maíz azul.


¿Un whisky mexicano? Ya por ahí había visto el Abasolo, pero me había negado a comprarlo, sobre todo por el precio, que se me hace elevado. Por eso, si ves que en carta se tiene algo que no has probado, pídelo "and pay the price" para saber qué tal está antes de invertir a ciegas en la botella.

¿Y a qué sabe Revés? Resulta que tiene tres colores de etiqueta, emulando al Johnnie Walker: Roja, Negra y Azul. Yo pedí la última, ya que es la versión más añeja, pasando 6 años en barrica de roble americano. El primer aroma que se percibe es el de maíz, naturalmente, pero después aparece un aroma muy marcado a Play-Doh, esa plastilina hecha a base de maíz y el cual no es desagradable, sino más bien chistoso, la verdad me dio mucha risa cuando lo percibí, el alcohol no resaltó sobre otros aromas, como en el caso del Glenmorangie que mencioné hace un momento. Al degustarlo encontré que su perfil de sabor es muy parecido al del Jim Beam etiqueta blanca. Sabores a maíz dulce, “zucaritas” diría yo, y agradable al principio, pero posteriormente se torna un poco amargo y eso no es muy agradable que digamos. Al final decidí ponerle un par de hielos para suavizarlo y eso mató un poco el amargor. Al final no sé si lo compraría.

Lo que me parece interesante es que en México ya haya quienes se avientan a producir whisky y si le ponen el mismo empeño que en producir vino, considero que en unos años tendremos productos de mejor calidad.

Las abuelas dicen que los viajes ilustran y en este caso, no fue la excepción.


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